martes, 3 de junio de 2008

Aurora Rodríguez Sada (Hildegart)

Aurora y Hildegart:
Madre e hija entre locura y genialidad

(comentarios sobre un libro de Rosa Cal)
Rosa Cal A mí no me doblega nadie. Vida y obra de Aurora Rodríguez (Hildegart) Sada-A Coruña, Ediciós do Castro, 1991, (Serie Documentos Para a Historia Contemporánea de Galicia; 85), 214 páginas, ilustrado.

Rosa Cal se adentra en una historia que en su momento centró la atención de buena parte de la opinión española de tiempos de la Segunda República. La niña prodigio Hildegart, auténtica obra y plan de su madre Aurora Rodríguez. Ambas acabaron trágicamente: Hildegart asesinada por su madre mientras dormía; Aurora en la cárcel primero y finalmente en un sanatorio psiquiátrico cerca de Madrid en los años 50. No es el único libro que se escribe sobre ello (incluso poco después de los sucesos aparecieron varios) y hasta se trata de una historia llevada al cine, pero el libro de Rosa Cal une el rigor, la profusión de información y la amenidad.

La autora recorre toda la génesis del caso Hildegart, y hasta se remonta a los antecedentes familiares en Galicia (entre los que, por cierto, ya se encuentran perturbados mentales y algún personaje famoso, como el primo de Hildegart, Pedrito Arriola, otro niño prodigio, gran concertista); el nacimiento de Hildegart su educación como un plan diseñado por Aurora; el padre de Hildegart, personaje rodeado de sombras pero del que tenemos bastantes indicios.

Aurora, de situación económica acomodada, se establece en Madrid, donde nace Hildegart. Este libro nos permite hacer un seguimiento de los lugares que frecuentaron y en los que vivieron, especialmente en el barrio de Chamberí, sitios que en muchos casos conservan su apariencia.

Hildegart, educada por su madre, llegó a ser un caso extremo de precocidad que sin salir de la adolescencia había publicado varios libros e iniciado una carrera política en el seno de las Juventudes Socialistas en los tiempos finales de la Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) y de la II República Española (a partir de abril de 1931). La relación entre madre e hija comenzó a enturbiarse justamente con esta vida social de la hija, siempre acompañada por Aurora. Hildegart realiza varias carreras (no puede ejercer la abogacía por no haber alcanzado la mayoría de edad), publica folletos, libros. En sus trabajos predominan los temas políticos y, sobre todo, lo relacionado con sexualidad y limitación de los embarazos. Planea siempre la duda de qué es debido a la madre y qué a la hija. Resulta llamativa la atención a la sexualidad y las intenciones pedagógicas y reformadoras en ese campo por parte de una mujer madura que manifestaba su repugnancia hacia la intimidad física con los varones y una joven apenas salida de la adolescencia y a la que su madre impedía cualquier proximidad fuera de su vigilancia con personas del sexo opuesto. Un autor inglés escribió sobre aquella "Virgen Roja" que pretendía la revolución total en las costumbres sexuales y que sin embargo se comportaba como una señorita decimonónica, yendo madre e hija juntas a todas partes, vestidas frecuentemente de negro.

Es este un libro de historia que se puede leer como una auténtica novela detectivesca, con la peculiaridad que da el saber que lo detallado en el relato tuvo realmente lugar, que toda la prensa de la época sigue en las hemerotecas hablando de ello. Los detalles que se nos ofrecen nos muestran incluso la disposición de los objetos en casa de la singular familia, los hábitos de trabajo de Hildegart, las amistades... Desfila ante nuestros ojos lo doméstico y también diversos personajes públicos de la II República Española: Marañón, Besteiro y otros muchos líderes socialistas y finalmente, tras la ruptura de Hildegart con el PSOE, del republicanismo federal, una familia ideológica a caballo entre el republicanismo burgués y el movimiento libertario. En definitiva, a la par que del destino de estas dos mujeres, nos enteramos de multitud de aspectos de la vida social, cultural y científica de la España del primer tercio del siglo que ahora acabamos.

Muy en relación con la actividad política de Hildegart, la relación entre madre e hija va haciéndose tormentosa. Aurora va desarrollando pensamientos y comportamientos obsesivos; cree en una conspiración internacional que busca arrebatarle la obra de su vida: su hija. Todo esto la lleva, en 1933, a decidir fríamente el "destruir su obra" antes de perderla o que ésta se aparte de su creadora. Una noche, Aurora descarga varios tiros sobre el cuerpo de una Hildegart en pleno sueño. Dispara sin perder la serenidad en los puntos que había previsto, de acuerdo con un plan preconcebido, buscando la eficacia, evitar el dolor y hasta el producir el menor daño estético posible.

Aurora nos deja con impresiones divididas (como dividió a la opinión de los años 30 y a los propios psiquiatras que tuvieron que hacer sus informes periciales para el proceso que siguió al crimen). No sabemos de qué lado de la frontera de la demencia estaba aquella mujer que mostraba una gran frialdad en lo concerniente a su hija, de cuyo asesinato siempre se mostró orgullosa... y dispuesta a repetirlo si la ocasión le hubiera sido dada. Una mujer capaz de ser violenta durante el proceso, en la cárcel y en el sanatorio psiquiátrico con el personal y con las compañeras, pero que del mismo modo proponía constantemente reformas de todo tipo, a la vez que tenía atenciones hacia las personas que la rodeaban (cosa que su situación económica holgada le permitía).

El juicio que siguió al asesinato nos ha dejado multitud de detalles sobre la sucesión de los hechos. Estos documentos los ha complementado Rosa Cal con muchos otros, incluyendo los testimonios de algunas personas que en los años 80 tenían vivos recuerdos de aquellas dos mujeres. Desde el periodista De Guzmán (conocedor personalmente de Hildegart), hasta algunos vecinos que seguían casi 60 años después viviendo en el mismo portal de la casa de la calle Galileo en que tuvo lugar el crimen; incluso ha entrevistado la autora a uno de los psiquiatras que atendieron a Aurora en el sanatorio de Ciempozuelos.

Nos quedamos con una impresión de cercanía, física y temporal, ante unos hechos que distan sin embargo 65 años de nosotros. Este libro es una lectura fascinante, que arrastra. No es de extrañar que por esa sensación de cercanía física, quien viva en Madrid se vea tentado de acercarse a esa esquina de la calle Galileo y mirar hacia esa terraza del último piso, donde durante las horas tempranas de las mañanas del verano se oía el ruido de la máquina portátil de escribir (marca Corona, dice el Acta judicial) de Hildegart.[Image]

Jesús Bermejo

Localización original de este documento: http://www.iponet.es/casinada/23witt.htm Casi Nada -

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