miércoles, 18 de junio de 2008

El Partido Nacionalista Vasco

ABC
DOMINGO 11-ENERO-98
págs. 12-15

Por Isabel SAN SEBASTIAN

Jon Juaristi, catedrático de Filología Hispánica y autor de "El Bucle Melancólico"

«La actitud del PNV ante ETA ha sido de tibieza, connivencia, permisividad y oportunismo a lo largo de la transición»

ISS.-Ha provocado un verdadero terremoto en el mundo editorial con un lúcido ensayo, «El Bucle Melancólico (historias de nacionalistas vascos)», que ha pulverizado marcas de ventas y se ha convertido, de la noche a la mañana, en punto de referencia de los innumerables debates que, pública y privadamente, sostenemos los españoles en torno a esta cuestión. Un libro que se menciona en todas las conversaciones y que ha logrado enfurecer al mismísimo Javier Arzallus, quien ha dedicado a su autor el calificativo de «culebra», escasamente ceñido a la realidad, según mi modesta opinión. Porque nada hay de viscoso o escurridizo en Jon Juaristi. Antes, al contrario, este bilbaíno de 46 años de edad, catedrático de Filología Hispánica en la Universidad del País Vasco, ensayista y socialdemócrata («más demócrata que socialista», según su propia definición) presenta un aspecto más bien macizo, sólido y robusto, como buen hijo de su tierra, y regala a su interlocutor un discurso claro, conciso e inequívoco, sin una sola concesión a la ambigüedad. Un discurso que no ahorra críticas al nacionalismo, no como ideología enjuiciada desde la lejanía, sino como vivencia propia, mamada en la familia, en lengua vasca, y abrazada durante años, hasta la militancia en ETA (entre 1968 y 1969), que hoy Juaristi, recién llegado a Bilbao tras una estancia de un año en una universidad de Estados Unidos, disecciona con la precisión de un científico

ISS.-¿Por qué «historias» y no «historia» del nacionalismo vasco?

JJ.-Porque en realidad no se trata de una historia del PNV. Hay toda una línea del nacionalismo vasco que queda fuera, desde José Antonio Aguirre a Javier Landáburu y otros; personajes que han tenido una importancia fundamental en la historia del nacionalismo y que no he incluido en esta revisión, porque lo que trataba de hacer era la historia de una parte del nacionalismo vasco: aquella que conduce a ETA y a Ermua. Por tanto, el nacionalismo específicamente democrático ha quedado fuera, con la excepción de Javier Arzallus, que es un personaje al que me interesaba meter en el libro, primero por la enorme ambigüedad del sentido democrático de Arzallus y, después, como contraste con la corriente que podría denominarse «aranista» o «neoaranista» del nacionalismo

ETA

ISS.-Ustedes los militantes históricos de la ETA de los sesenta, ¿pensaron que treinta años después íbamos a estar como estamos?

JJ.-No, nunca llegamos a prever esta situación, ni de lejos. Pensábamos que la salida de la dictadura iba a ser distinta., ETA jamás pensó en una salida democrática. El objetivo era alcanzar unas condiciones que permitieran un pacto de poder militar a poder militar.

ISS.-¿Y usted tiene alguna manera de comprender qué es lo que persigue ETA hoy? ¿Qué es lo que pretende con esta violencia ciega?

JJ.-ETA persigue lo que ha perseguido siempre: un programa que se traduciría en la consecución de un Estado independiente.

IS.-¿De verdad creen los terroristas que eso es posible? ¿No se han convertido en una mafia que vive de la delincuencia?

JJ.-Bueno, también hay un elemento de tipo mafioso, pero yo creo que en los militantes de ETA hay un programa común, que es idéntico al de la ETA fundacional, y es la consecución de la independencia del País Vasco mediante una lucha contra España y no contra un Gobierno español concreto.

ISS.-¿Qué se podría hacer para terminar con el problema del terrorismo?

JJ.-La verdad es que no tengo idea. Lo que sí creo saber es cuáles no son las soluciones al problema. No son soluciones los gestos de negociación, los gestos de aproximación o acercamiento a las premisas que ETA defiende o dice defender. Cualquier negociación con ETA supondría perjudicar a la mayor parte de la población vasca. Primero a los no nacionalistas, que somos muchos, y segundo a los demócratas, porque cualquier negociación con ETA traería consigo una merma de las libertades y de la democracia en el País Vasco. Es necesario es un cierto espíritu de resistencia

OPORTUNISMO NACIONALISTA

ISS.-¿Usted no cree que se pueda integrar el discurso político de la izquierda «abertzale» en el del PNV, tal y como dice el lendakari Ardanza, por ejemplo?

JJ.-Es que no sé a qué se refiere Ardanza con eso. Si por integrar ese discurso «abertzale» se refiere a adoptar esa dinámica de confrontación con España, con el sistema constitucional, etc, el PNV dejaría de ser el PNV. El fracaso de estas operaciones lo hemos visto muy recientemente en el terreno sindical. También los dirigentes de ELA-STVsostenían que el pacto con LAB iba a redundar en una mayor sindicalización de LAB, y lo que ha resultado de todo ello, al final, ha sido una radicalización nacionalista mucho mayor de ELA-STV. Cuando un nacionalismo democrático se pone a colaborar con un nacionalismo antidemocrático, el nacionalismo democrático tiene todas las de perder.

ISS.-¿Qué cuota de responsabilidad atribuye usted al PNV por la situación de violencia y anormalidad democrática que se vive en el País Vasco?

JJ.-Creo que la actitud del PNV ha sido una actitud de tibieza, connivencia, permisividad y oportunismo a lo largo de toda la transición. El PNV ha creído -yo creo que erróneamente- que era posible una situación de optimización del terrorismo etarra. Al PNV le ha venido muy bien la existencia del terrorismo nacionalista en sus negociaciones con el Gobierno central desde los comienzos de la transición, en el sentido de que siempre ha podido presentarse como una opción moderada que, por muy radicales que fuesen sus demandas, siempre sería preferible, a la hora de negociar, que ETA o HB. Y al final, esa política, independientemente de que haya dado alas a la izquierda «abertzale», ha sido totalmente contraproducente para el PNV y para el País Vasco en su conjunto. '

ISS.-¿Usted llegó a ETA desde el nacionalismo o desde la izquierda radical?

JJ.-Desde el nacionalismo. Mi familia era nacionalista y católica. Mis abuelos y bisabuelos estuvieron implicados en la historia del PNV. Yo tenía primos de ETA ... en fin...

ISS.-¿Y por qué abandonó la tradición familiar?

JJ.-Porque empecé a ver que el nacionalismo era muy inconsistente en cuanto a su análisis de la historia vasca y de las relaciones de poder dentro de la sociedad vasca actual y a las soluciones que proponía. No quiere decir que las que yo escogí fueran mejores o peores. Simplemente cambié de opinión, que es un derecho que sigo reivindicando cuando uno no ve las cosas demasiado claras.

TIRO EN LA NUCA

ISS.-¿Tiene usted miedo al tiro en la nuca?

JJ.-Soy un hipocondríaco profesional que tiene miedo a muchas cosas. Bueno, no es una situación cómoda, pero es que tampoco puedo quieren matarme, me matarán, y no hay posibilidades de oponerse a eso, pero es algo en lo que habitualmente no pienso.

ISS.-¿A su juicio, el asesinato de Miguel Angel Blanco fue un error de cálculo de ETA, o un acto de crueldad deliberada y programada?

JJ.-Desde un punto de vista puramente externo, yo creo que fue un error estratégico; es decir, que no les ha granjeado simpatías. Pero yo no hablaría de error, porque ese acto de crueldad está bastante de acuerdo con la lógica de ETA, que es una lógica aislacionista y una lógica de enfrentamiento en el seno de la sociedad vasca. ETA tiende a establecer una pauta binaria: la de los defensores leales del pueblo vasco y la dé todos los demás, que son enemigos objetivos del pueblo vasco, representantes de España.

ISS.-En su libro hace constantes referencias al problema irlandés. ¿A su juicio, el vasco y el irlandés son problemas similares? ¿Pueden derivarse consecuencias de uno a otro?

JJ.-No. El nacionalismo vasco ha tenido presente durante gran parte de su historia el caso irlandés, pero los dos casos no son iguales. De hecho, el problema que se plantea en este momento en el Ulster tiene muy poco que ver con el problema vasco. Es más; yo estoy convencido de que una gran mayoría de los irlandeses del Ulster estarían bastante satisfechos con un sistema de autogobierno semejante al que tiene el País Vasco.


HERIDA IMAGINARIA

ISS.-Esa «cultura del victimismo» ese «culto al agravio permanente» de los que habla usted en su libro, ¿es algo específico del nacionalismo vasco, o común a todos los nacionalismos?

JJ.-Es común a, todos los nacionalismos, con algunas excepciones. Digamos que, en nuestra área geográfica, todos los nacionalismos irredentistas tienen en común esa cultura del agravio abierto, de la herida no cicatrizable, que hace de ellos unos nacionalismos insaciables; unos nacionalismos que no se van a conformar con concesiones o pactos, sino que siempre van a aspirar a más, porque su herida es imaginaria y las heridas imaginarias no pueden suturarse.

ISS.-¿Cómo definiría la esencia del nacionalismo vasco?

JJ.-Creo que el nacionalismo es un género y que en los distintos nacionalismos se dan una serie de premisas semejantes, que van desde la reclamación de una patria perdida en la noche de los tiempos, hasta una cierta voluntad de homogeneidad e integridad étnica. En este sentido, el nacionalismo vasco no se diferencia gran cosa del bretón, el flamenco o el irlandés.

ISS.-¿Y cuáles son sus elementos específicos?

JJ.-En el caso del nacionalismo vasco, hay un elemento angustioso desde sus orígenes mismos, que es la comprobación de que sus presupuestos cognitivos de la realidad, lo que ellos afirman sobre la realidad concreta del país, no se compadecen de ninguna forma con lo que el país es realmente. Es decir, que hay una gran distancia entre el análisis que los nacionalistas vascos hacen de la sociedad vasca y lo que la sociedad vasca es en sí: una sociedad bastante más compleja que lo que piensan los nacionalistas, con una presencia grande de distintas culturas, en sentido político y antropológico, que choca frontalmente con esa visión un tanto monolítica y homogeneizadora que tiene el nacionalismo vasco. El nacionalismo vasco cae constantemente en la tentación de hablar en nombre de una sociedad vasca homogénea que no existe en ninguna parte.

ISS.-¿Es una ideología racista?

JJ.-En su origen fue una ideología racista, hoy hay sectores del nacionalismo vasco donde claramente hay una vocación de exclusión étnica. Yo diría que hay muchos nacionalistas que no son racistas, pero que existe la tentación continua de deslizarse hacia formulaciones racistas. En el caso de Arzallus, obviamente, lo que existe es un fuerte etnicismo de base; él mismo se define como un nacionalista étnico y el problema de todo! los nacionalismos étnicos es que, a corto o a largo plazo, llevan siempre hacia la limpieza étnica.

ISS.-¿Podría eso llegar a ocurrir en el País Vasco?

JJ.-Si el nacionalismo antidemocrático, el representado por ETA o HB, llegase a triunfar en el País Vasco, la limpieza étnica seria inmediata.

SABINO ARANA

ISS.-¿Fue Sabino Arana el inventor del nacionalismo vasco, o se limitó a recoger y sistematizar políticamente un sentimiento arraigado en una mayoría del pueblo vasco?

JJ.-No. En el pensamiento de Sabino Arana (o en lo que quiera que fuese; digamos en su ideología) sí hay elementos anteriores del carlismo, el fuerismo, etc, pero Sabino Arana introduce una novedad: introduce esa voluntad secesionista, esa afirmación de una diferencia total y absoluta entre vascos y españoles, o entre el País Vasco y España. Sabino Arana, por primera vez en la Historia, da una definición de la identidad vasca en función de la negación de la identidad española de los vascos y, en ese sentido, funda el nacionalismo vasco.

ISS.-¿Existía en el pueblo vasco antes de Sabino Arana esa conciencia de rechazo y agravio con respecto a España?

JJ.-No. De hecho, Sabino Arana no la tenía hasta los 18 años. Él mismo escribe en su discurso de Larrazábal que, hasta los 18 años, él creía que su patria era España y hasta entonces se comportó como un buen español de derechas, que es lo que en el fondo nunca dejó de ser.

ISS.-En su «Bucle Melancólico» traza usted un paralelismo entre las trayectorias político-intelectuales de Miguel de Unamuno y Sabino Arana, muy cercanas en un principio y claramente divergentes después. ¿A qué atribuye esa diferencia? ¿Qué fue lo que determinó caminos tan distintos a partir de puntos de partida tan próximos?

JJ.-Yo diría que Unamuno leía mucho, tenía una formación intelectual mucho más rica que la que llegó a conseguir Sabino Arana, que era un hombre que no sólo no leía, como él mismo afirmaba, al reconocer que podría contar con los dedos de una mano los libros que llegó a terminar, sino que lo tenía a gala, como demuestran sus constantes muestras de desprecio hacia la especulación intelectual. Había también diferencias de extracción social importantes: Unamuno era hijo de un liberal y Sabino Arana de un carlista, pero una coincidencia de fondo. Ambos eran dos esencialistas en su visión del pueblo vasco. Creían en la existencia de un pueblo vasco perteneciente al orden de la naturaleza y no al de la Historia. Pero, a partir de este punto en común, los dos construyen proyectos políticos muy distintos: Unamuno un proyecto español republicano y Sabino Arana un proyecto nacionalista vasco ultraconservador, por no llamarle claramente reaccionario.

ISS.-¿Qué parte del credo sabiniano perdura en el PNV actual?

JJ.-El PNV es un partido muy pragmático, con una buena cintura. Muchas de las cosas que actualmente sostienen sus dirigentes no sólo no tienen nada que ver con las que sostenía Arana, sino que están en el extremo opuesto: por ejemplo, Arzallus durante los años 80 hizo una defensa empecinada del industrialismo en el País Vasco, que Sabino Arana, que era un ruralista y un enemigo de la industria, nunca habría sostenido. Pero el hecho de que el PNV no se haya planteado nunca revisar y es tablecer distancias entre la ideología de, su fundador y lo que podría llamarse la doctrina oficial del partido en estos momentos, es bastante sintomático de un cierto miedo a enfrentarse autocríticamente con los propios presupuestos de su ideología. De hecho, de todas las reacciones que se han producido tras la publicación del libro hay una que me llamó la atención por su virulencia, y fue la de la Fundación Sabino Arana, que publicó unos ataques bastante subidos de tono a raíz de unas declaraciones mías en las que decía que el asesinato de Miguel Angel Blanco parecía un asesinato de diseño y podría haberlo firmado Sabino Arana. Los «ensueños sangrientos» de Sabino Arana iban en esa dirección. Obviamente, yo nunca he sostenido que Sabino Arana habría realizado él mismo este asesinato. Sin embargo, en él hay una continua condena del extraño, del foráneo, del «maketo», y una enorme violencia verbal que es una violencia bélica. Pues bien, la reacción de los representantes de la Fundación Sabino Arana demuestra claramente que hay cosas intocables en el patrimonio ideológico del PNV. Aunque afirman estar abiertos al diálogo y a la discusión, hay cosas que con los nacionalistas es imposible discutir, y una de ellas es el valor y el significado de Sabino Arana.

PENETRACIÓN CULTURAL

ISS.-¿Qué consecuencias van a derivarse para-usted de la feroz crítica al nacionalismo vasco que contiene este libro?

JJ.-No creo que la crítica sea tan feroz. Es un libro que no es nacionalista, que intenta entender el nacionalismo desde una postura incluso autobiográfica y personal. Aunque parezca lo contrario, no es un libro escrito con hostilidad hacia el nacionalismo democrático. Una cosa es que los líderes del PNV no me resulten simpáticos, que no me resultan simpáticos, y otra muy distinta que yo tienda a negar el derecho a la existencia del nacionalismo vasco. No. Me parece que el nacionalismo vasco representa en estos momentos los intereses democráticos de una gran parte de la sociedad vasca y que tiene perfecto derecho no sólo a la existencia, sino a ostentar el poder político si se lo proporcionan las urnas. Ahora bien, eso no obsta para que yo me crea con derecho a analizar desde una perspectiva histórica ese mundo complejo de las ideas del nacionalismo.

ISS.-¿Hasta dónde alcanza la influencia del PNV en el sistema educativo del País Vasco?

JJ.-Bueno, las directrices globales por supuesto están inspiradas en unos planteamientos nacionalistas, pero tampoco todo el aparato educativo público del País Vasco es nacionalista. La Universidad del País Vasco, por ejemplo, no puede definirse como nacionalista y ha sido incluso en ciertos sectores bastante crítica.

ISS.-¿Y las escuelas y los institutos?

JJ.-Soy bastante pesimista respecto al destino general de la Educación en todos sus niveles y en todos sus sectores, tanto públicos como privados. Me parece que de una forma bastante estúpida el sistema se está empobreciendo terriblemente en cuánto a sus contenidos, hay una especie de desprecio inconsciente hacia el saber humanístico, un desconcierto generalizado en cuanto a la enseñanza como sistema de transmisión de valores y, en este sentido, no creo que la estructura educativa en el País Vasco sea una excepción a lo que está ocurriendo en el conjunto de la enseñanza en España, en Europa y no digamos nada en EE.UU.

ISS.-¿Y cómo valora el hecho de que el PSOE haya votado en contra de la reforma del decreto de Humanidades?

JJ.-Me parece muy mal. Creo que ha sido una decisión política que tiene muy poco que ver con lo que podrían ser los intereses de una enseñanza de calidad.

ISS.-¿Se está intentando reescribir la Historia de España en cinco, diez o diez y siete versiones diferentes?

JJ.-Sí. De hecho se ha reescrito ya y se ha reescrito muy mal. Obviamente ha habido una manipulación política de la Historia por los nacionalismos. Pero es que eso es consustancial a los nacionalismos. Los nacionalismos manipulan la Historia, de la misma forma que el nacionalismo. español manipuló la Historia, cuando existía un nacionalismo español que en estos momentos no veo por ninguna parte.

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