lunes, 9 de junio de 2008

Materialismo

EL MATERIALISMO FILOSOFICO DE GUSTAVO BUENO.

El materialismo filosófico es una filosofía que lleva ya una trayectoria de más de cuatro lustros y tiene la ventaja de que está escrita y pensada enteramente en español y que su autor está todavía vivo. En resumen, es una filosofía reciente y muy original, pues repiensa todos los temas clásicos de la ontología y la gnoseología.

1. La función de la filosofía. La diferencia entre Ideas y categorías.

La filosofía es un saber de segundo grado. Esto significa que presupone la existencia previa de otros saberes ya dados. La filosofía es como la lechuza de Minerva: sólo levanta el vuelo al atardecer. La filosofía no pretende conocer la realidad. Es esa una tarea específica de las ciencias. Sin embargo, no por ello es la filosofía un saber vacuo, huero, adjetivo, muy al contrario, la filosofía es un saber sustantivo. Su objeto lo constituyen las Ideas. La Idea es antes una categoría que desborda su ámbito de aplicación y cobra un significado trascendental, trasciende y rebasa su ámbito categorial inicial. Las Ideas desbordan los ámbitos científicos, categoriales y los recorren y atraviesan como hilos de una urdimbre. El tema de la filosofía es la relación entre las Ideas y categorías. La categoría es un concepto científico, que define el ámbito de esa ciencia y su campo de objetos.

Precisamente uno de los postulados o presupuestos teóricos del materialismo filosófico es la afirmación de la conexión objetiva de las ideas por encima e independientemente de la voluntad y de la conciencia de los filósofos. Hay un orden eidético sistemático, arquitectónico de las ideas. Este orden no equivale a un cosmos, a una armonía aproblemática, monista. Monismo equivale a la postulación de un orden de la realidad omnicomprensivo, a la hipostatización de la idea de orden, de unidad. El monismo, como ya vio Platón en el Sofista 251-253, es dogmático y paraliza el discurso racional. Si todo está unido con todo, no podemos conocer nada. Nada se puede decir. Tampoco el extremo contrario, el nihilismo o atomismo es deseable. Tal tesis afirma que todo está separado de todo. También esta vía es intransitable para la filosofía. Platón nos dice que lo correcto es sostener la symploké de los géneros de la realidad. La realidad está en symploké: ni todo está unido con todo ni todo está separado de todo, sino como están entre sí las letras de un idioma, hay conexiones y desconexiones. La función de la filosofía es explorar la symploké de las ideas. La razón filosófica es una razón que se mueve entre dos aguas: entre el monismo y el nihilismo. En este sentido, Bueno obra como Kant: ni dogmatismo ni escepticismo.

Otro postulado de Bueno es la identificación entre filosofía y materialismo. La razón filosófica es solidaria del materialismo. Toda filosofía es materialista. Todo lo que la filosofía académica clásica tiene de recuperable y asumible es materialismo. Conviene realizar una enérgica reinterpretación de la historia de la filosofía desde la perspectiva del materialismo filosófico.
La filosofía es un saber crítico, racional. También las ciencias son racionales y críticas, pero su racionalidad crítica desfallece a la hora de pensar sus propios fundamentos y su significado. En cuestiones trascendentales, muchos científicos caen en el misticismo cuando no en una "filosofía espontánea de los científicos" que casi siempre suele ser el positivismo. La filosofía es necesaria como saber de segundo grado para, como decía Platón, remontarse a las hipótesis y superarlas hacia un saber anhipotético, las Ideas trascendentales que atraviesan los diversos campos categoriales enlazándolos entre sí. El problema de la verdad no es un problema científico, categorial, sino filosófico, trascendental.
La filosofía es una praxis que reflexiona sobre las prácticas humanas y tiene una doble dimensión teórica y práctica que son inseparables e ineludibles.
Siendo el objeto de la filosofía las Ideas y su relación con las categorías, la filosofía se configura como "taller de las Ideas" y se presupone una conexión estructural, symplokéctica de tales Ideas y por lo tanto, la posibilidad de construir una geometría de las Ideas mediante el doble y circular movimiento de regressus de los fenómenos hacia las Ideas y progressus de las Ideas a las configuraciones fenoménicas, categoriales.

2. La ontología general.

El principal "descubrimiento" de Bueno, si es que mediante tal término ha de ser designado es tal vez la distinción y delimitación, en el seno mismo de la ontología, entre ontología general y ontología especial. Gustavo Bueno lo que hace en tal respecto no es sino retomar una vieja distinción escolástica, en concreto, de la filosofía de Christian Wolff (1679-1754) quien distinguía entre Metaphysica generalis y Metaphysica specialis, comprendiendo la primera el ser en general y la segunda la psychologia rationalis, la cosmologia rationalis y la theologia rationalis. Tal esquema metafísico fue triturado por la crítica kantiana de la metafísica que realizó en la Dialéctica Trascendental de la razón pura en su obra "Crítica de la Razón Pura".
La distribución trimembre de la ontología especial tiene una importante función de superación del dualismo hegeliano y marxista entre espíritu y naturaleza.
La ontología especial se ocupa de la materia ontológico-general (M). Bueno rehúye de formular un sistema de filosofía dogmático y metafísico al margen de la ciencia. En tal caso, el concepto de materia ontológico-general no podrá ser un concepto genérico abstracto que se distribuiría homogénea y uniformemente en sus géneros subalternos. La función de (M) es esencialmente crítica. La materia ontológico general es un concepto negativo, regresivo al que arriba la razón crítica filosófica trascendental. Ejerce una función crítica, reguladora, prohibiéndonos caer en la metafísica. En cuanto concepto positivo, la materia es pluralidad radical de partes extra partes y progresa hacia los tres géneros de materialidad (M1, M2, M3) constituyentes empírico-trascendentales del Mundo (Mi) ámbito de la ontología especial. La materia ontológico-general se obtiene regresivamente por análisis recurrente de las configuraciones fenoménicas mundanas, las cuales suministran el material del que se nutre la crítica filosófica.
Además, la materia ontológico-general (M) no es nada diferente del proceso histórico-crítico-filosófico de constitución de la conciencia filosófica, que surge del mundo y de la inconmensurabilidad dialéctica de sus partes integrantes. La conciencia filosófica o Ego trascendental (E) no es nada diferente de la materia (M).
Se podría decir, comparándolo con Hegel, que E, la conciencia es la materia en cuanto sujeto de sí misma. M sería el objeto. Es el movimiento de la materia haciéndose simultáneamente objeto y sujeto de sí misma. La materia es sujeto y objeto, pero tales no son sino uno y lo mismo. La materia es a la vez conciencia filosófica, el movimiento histórico y las condiciones materiales que hacen posible el filosofar sobre la materia y el objeto mismo de ese análisis regresivo, esto es, la materia en cuanto objeto del filosofar de la conciencia filosófica.
La materia no equivale al mundo. El mundo está incluido en la materia ontológico-general pero no ocurre a la inversa. La materia ontológico-general no está incluida en el mundo, lo rebasa negativo-críticamente. La idea de materia desempeña el mismo papel que en Kant desempeñaba el noúmeno. Es una idea reguladora crítica que nos impide caer en el monismo, la contrafigura del materialismo. El materialismo se opone al monismo. El monismo no es otra cosa que la hipostatización de la idea de unidad, la cual es solidaria de la unidad del alma o espíritu. El monismo o cosmismo, la afirmación del orden, del cosmos, de la finitud del mundo y de su equivalencia al ser es solidario de la idea de espíritu. El monismo es espiritualismo e idealismo. El idealismo es dogmático, el materialismo es crítico. El materialismo es filosófico, el idealismo es metafísico. El espiritualismo no es otra cosa que la hipostatización del estado gaseoso de los cuerpos. También se opone el materialismo filosófico al materialismo vulgar corporeísta o naturalismo. También este materialismo es metafísico y no es otra cosa que la reducción de lo real al estado sólido de los cuerpos.
La función de la ontología general materialista es esencialmente crítica, regulativa, impidiendo la recaída en el idealismo y en el nihilismo. La filosofía nada entre dos aguas: el nihilismo o escepticismo y la metafísica o idealismo.
El concepto de materia es negativo: negación del mundo, regressus crítico-negativo, idea regulativa, noúmeno, concepto límite. Y es positivo: radical pluralidad infinita de partes extra partes y codeterminación.

3 La ontología especial materialista.

La ontología especial materialista trata del mundo. Es ésta una ontología trimembre. El Mundo (Mi) consta de tres Géneros de Materialidad. Esquemáticamente podemos analizar los tres géneros de materialidad de la siguiente manera:
M1. Primer género de Materialidad. Abarca los cuerpos exteriores. Son los objetos físicos. Se divide en dos: la experiencia actual y la virtual o posible.
M2. Segundo Género de Materialidad. Abarca los objetos de la experiencia interna, del fuero interno, tanto del individuo como de la colectividad: fenómenos psíquicos, dolores, pensamientos subjetivos, sensaciones cenestésicas. Son objetos internos. Es la dimensión interna de la ontología.
M3. Tercer Género de Materialidad. Son los objetos ideales. No son ni internos ni externos. Son atópicos y acrónicos. Son los pensamientos objetivos, contenidos eidéticos o Ideas.
La symploké define las relaciones entre los géneros de materialidad de la ontología especial. Significa ello que hay semejanzas y desemejanzas, conexiones y desconexiones, paralelismos e inconmensurabilidades entre los géneros de materialidad. Los géneros de materialidad son inconmensurables entre sí y son reductibles entre sí. Diríamos utilizando terminología de Frege, que tienen distintos sentidos e idéntica referencia. No son sustancias que sean diferentes y estén separadas o colocadas unas junto a otras como realidades diferentes. Son dimensiones del mundo. La relación entre la materia y sus géneros es idéntica a la relación en Spinoza entre la Substancia y sus atributos. Toda la substancia es extensión. Toda la substancia es pensamiento. Ningún pensamiento limita con ningún cuerpo. Lo mismo ocurre en Bueno con los géneros de materialidad.
4. La gnoseología del cierre categorial.
Gustavo Bueno elabora la teoría del cierre categorial a principios de los setenta. Es esta una teoría de la ciencia materialista, operacionalista, constructivista y circularista. La teoría del cierre categorial se presenta simultáneamente como una teoría de teorías de la ciencia y como una teoría de la ciencia. Es una teoría gnoseológica, quiero decir con ello que es una teoría que sustituye la relación sujeto-objeto, que es epistemológica, por una relación materia-forma. La gnoseología mueve sus consideraciones en las coordenadas delimitadas por los conceptos conjugados de materia y forma.

4.1. La teoría del cierre categorial como teoría de teorías.

Inicialmente se configura como una teoría de teorías. Se trata simplemente de encuadrar a las alternativas teóricas en el propio sistema de alternativas o en las propias coordenadas teóricas. La potencia de una teoría de la ciencia se mide en la potencia de su análisis gnoseológico y en la capacidad de reducción de sus alternativas o rivales en un sistema completo y definido por las propias coordenadas teóricas. Eso es precisamente lo que trata de hacer la teoría del cierre categorial en cuanto teoría de teorías.
La forma canónica del problema gnoseológico de la teoríap clásica o método hipotético-deductivo es la relación entre la teoría y la experiencia. Desempeñando la teoría el papel de forma y la experiencia el papel de materia. Así las cosas, caben cuatro familias gnoseológicas básicas de teorías de la ciencia según la relación conjugada que mantengan estos dos conceptos: materia y forma entre sí. Son: descripcionismo, teoricismo, adecuacionismo y circularismo.
A) Descripcionismo. Reducción de la forma a la materia. La ciencia se considera como descripción de la experiencia. La teoría prácticamente no existe. Es colección de datos. Es el positivismo y el neopositivismo.
B) Teoricismo. Reducción de la materia a la forma. La ciencia es teoría que no necesita ser confirmada o verificada en la experiencia. Es el falsacionismo de Popper: el contacto de la teoría con la experiencia es negativo. Sólo se produce por el modus tollendo tollens. La experiencia no confirma nada. Con Lakatos, ni siquiera existe contacto negativo con la experiencia. Los hechos no pueden conseguir prohibir ningùn estado de cosas. Las teorías son indecidibles entre sí fundándose en la experiencia. Nada decide la experiencia con respecto a la validez de un programa de investigación científica. Th. Kuhn: Los científicos que sostienen diversos paradigmas viven en mundos diferentes. Los paradigmas son inconmensurables.
C) Adecuacionismo. Ambas, teoría y experiencia marchan en paralelo. Sosteniéndose un isomorfismo entre ambas y una relación de adecuación entre la teoría y la experiencia. Se sostiene una teoría de la verdad como correspondencia. Aristóteles ya inició esta tendencia. Otros ejemplos actuales son Mario Bunge, Stegmüller, Sneed, Ulises Moulines, etc.
D) Circularismo. Se pasa alternativamente de la teoría a la experiencia y a la inversa. La teoría se relaciona consigo misma a través de la experiencia y a la inversa. La relación entre teoría y experiencia es diamérica. Hay una mediación mutua entre ambas. Un ejemplo es el circularismo de P.K. Feyerabend (1924-1994). El circularismo de Feyerabend lleva al escepticismo y al nihilismo.
La pregunta clave en este respecto es si es posible un circularismo dialéctico constructivista que supere la aporía o razonamiento apagógico de Aristóteles criticando a la posibilidad misma del circularismo. Aristóteles mismo recorrió la senda circularista pero la rechazó. "Diríamos por tanto, que Aristóteles conoció el camino circularista, pero lo conoció como inviable en virtud de sus presupuestos adecuacionistas"Tiene que haber principios puesto que hay demostraciones. Con tal afirmación se rompe la posibilidad del circularismo. La respuesta de Bueno es afirmar la conexión diamérica de teoría y experiencia en los materiales mismos de la experiencia estética, tecnológica, constructiva y operativa. La racionalidad científica se halla en el momento constructivo, operacional con los cuerpos materiales, estéticos.
4.2. La teoría del cierre categorial como análisis gnoseológico de la ciencia.
Esta teoría afirma que la ciencia es un campo cerrado definido por una categoría o concepto que define su campo o ámbito de operaciones constructivas. Tales operaciones cierran categorialmente el campo y lo convierten en un sistema cerrado en el cual los términos a que dan lugar las operaciones permanecen enclasados en la categoría de referencia.
Se trata de considerar a la materia como interna al proceso mismo de la construcción científica (que ya no podrá ser visto como un proceso meramente proposicional). De esta manera el circularismo dejará de ser un círculo vicioso por la incorporación de la materia a la forma de forma que la racionalidad científica resida en la concatenación material de los contenidos estéticos mismos. La necesidad viene dada en la misma recurrencia. Si la concepción del adecuacionismo aristotélico quedaba bien representada por la imagen del discurso, la concepción circularista de la ciencia viene representada por la imagen de un torbellino, del vórtice que se forma en un mar a partir de sus mismas moléculas y cuya forma se configura en virtud del mismo movimiento del remolino. Abundando en estas imágenes: cada remolino (cada unidad científica) aparecerá en puntos distintos del mar representativo de los fenómenos. Algunos vórtices se mantendrán en mutuo aislamiento, otros intersectarán, dando lugar a un torbellino más amplio. En nigún caso tiene sentido aquí hablar de una ciencia única, unitaria.
Las ciencias proceden de las tecnologías. Las ciencias no son un conjunto de proposiciones. El circularismo induce una toma de partido ontológico a favor del materialismo. La necesidad de las conexiones que postula es objetiva, pero no puede mantenerse más allá o independientemente de los fenómenos, cuya existencia se nos muestra como contingente.
El saber científico es un saber categorial. La ciencia procede por análisis, reducción y trituraciòn de un determinado sector, campo o categoría de la realidad. Las ciencias son sectoriales.
Dentro de cada categoría cada ciencia llega a discriminar ciertos elementos, términos o configuraciones que se hallan a la escala adecuada y cuyo contenido o materialidad está suficientemente establecido pro experiencias técnicas anteriores que han roturado ese campo. Estos términos reciben una estructuración lógica mediante una combinatoria exhaustiva que destaca las relaciones que existen entre ellos, reconstruyendo así, o sintetizando la realidad que sirvió de punto de partida, e incluso sometiéndola a una transformación sistemática mediante las operaciones pertinentes de una comunidad de sujetos que, institucional y profesionalmente se dedican al cultivo de dicho campo. Pero, aunque realizadas por sujetos, esas operaciones constituyen un sistema cerrado, cuya característica fundamental es producir nuevos términos que permanecen enclaustrados en la categoría de referencia.
Términos, relaciones y operaciones constituyen la sintaxis interna de toda ciencia, una sintaxis que puede aislarse formalmente, pero que no agota cabalmente el proceso de construcción científica. La exigencia de una sintaxis interna excluye ya ciertas representaciones empiristas que reducen la ciencia a una colección de datos verdaderos.
Toda ciencia, además requiere referentes materiales fisicalistas específicos, categoriales (semántica).
La dimensión pragmática de la ciencia es la ciencia como actividad social, instituticional, organizativa.
Las ciencias operan con categorías. El cierre categorial denota el momento histórico en que se constituye completamente una teoría científica al cerrarse el sistema de categorías que utiliza, cierre que expresa también el sistema de operaciones que, en cuanto actividad humana, han dado origen a la ciencia en cuestión.
Esta concepción gnoseológica hace residir la racionalidad (la justificación) en el contexto mismo práctico y material del descubrimiento al entender la racionalidad como la organización que cobran los materiales mismos estéticos de la experiencia operatoria, parte de los cuales materiales precisamente serían ahora estos materiales, no menos estéticos y no menos susceptibles de ser operados corpóreamente, que son los símbolos del lenguaje. (materiales estéticos: corpóreos, perceptuales).
Para esta teoría circularista, materialista, operacionalista y constructivista, la materia es algo que está presente en el interior mismo del proceso formal cosntructivo (la forma lógica es la interconexión de las partes materiales. Teoría formalista materialista. La lógica y la matemática no son la forma de las ciencias, el órganon. Son ellas mismas ciencias particulares al lado de las demás. Ellas tienen materia y forma también.) La teoría del cierre categorial hace depender la forma de una ciencia y su verdad de los nexos (o identidades sintéticas) que resultan del entrelazamiento interno de las partes u objetos materiales producidos por la actividad humana.
Para Bueno, las ciencias no se separan de las técnicas radicalmente. Surgen de su desarrollo y de la necesidad que van imponiendo éstas de delimitar campos. Los campos y no unos supuestos objetos, definirían a las ciencias, las cuales, a su vez, no vendrían constituidas por todos unitarios, sino que se conformarían mediante la agrupación más o menos circunstancial, de teorías diversas.
Cada ciencia particular acota un campo de objetos materiales, dados fisicalistamente a escala tecnológica. La actividad del científico no consiste sólo en la composición de teorías, sino también en la manipulación de hechos y realidades, pues no es posible construir teorías al margen de la producción de realidades materiales. Así los condicionamientos genéticos están materialmente implicados en el propio concepto de ciencia de modo interno.
Las ciencias establecen relaciones entre los términos de su campo y efectúan operaciones, que reconducen internamente de forma necesaria y no gratuita, a otros términos del mismo, en virtud de la naturaleza material misma de cada campo, que impone restricciones a la multiplicidad de términos y combinaciones posibles. Äsí pues, la unidad de una ciencia es la unidad que va estableciéndose en el mismo proceso operatorio, cuando el sistema de operaciones es cerrado...El cierre categorial viene referido al sistema de operaciones, no a cada operación por separado.
Hay una realimentación constante entre la gnoseología general y la gnoseología especial. La definición de la idea gnoseológica de ciencia debe hacerse partiendo del análisis de las ciencias particulares tal como han quedado cristalizadas en instituciones culturales, procediendo de unas a otras por recurrencia.
La gnoseología general se divide en analítica y sintética. La primera toma como hilo conductor al lenguaje, en tanto que representa, pero no agota la estructura lógica y objetiva de las ciencias. Distinguimos tres ejes lingüísticos, sobre los que se distribuyen las partes formales de las diversas ciencias, de acuerdo con las siguientes subdivisiones que son: sintaxis, semántica y pragmática.
El eje sintáctico queda distribuido en tres secciones: términos, relaciones y operaciones. El eje semántico se divide en tres secciones: fisicalista, fenomenológica y ontológica. El eje pragmático en la sección autológica, dialógica y normativa.
La gnoseología sintética recurre a las ciencia formales como metro o patrón aplicable por recurrencia a otras ciencias. Se niega el formalismo porque el privilegio de la forma no se debe a ningùn significado oculto o platónico, sino a la sencillez tipográfica de los signos que constituyen la materia de tales ciencias. El acoplamiento entre descripción y teoría es en estas ciencias más interno que en ninguna otra. En rigor, no vale la distinción entre ciencias formales (supuestamente tautológicas) y empíricas (de hechos), porque toda ciencia es material.
Los contextos determinantes y determinados juegan un papel decisivo, tanto para la demarcación de la ciencia respecto a otros procesos operatorios constructivos no científicos (artísticos, tecnológicos) como, sobre todo, ppara la determinación de los principios de las ciencias como métodos internos de su cierre categorial.
El contexto determinado define un campo operatorio abstracto cuya estructura analítica filtra o segrega aquellos términos, relaciones y operaciones con las cuales resulta posible reconstruir esencialmente las figuras características de partida. Toda ciencia se nos presenta como campos empíricos organizados sintéticamente en formaciones y figuras características. Esto es el contexto determinante. El contexto determinado es el que resulta del análisis regresivo de esas figuras sintéticas en sus constituyentes.
El quid diferencial reside en que cuando se toma la estructura analítica del contexto determinado como punto de arranque, convirtiéndolo así en determinante, la cosa no funciona y las figuras básicas aparecen como gratuitas, porque a partir del campo abstracto en que necesariamente se resuelven no se llega a reconstruirlas sin ciertas claves que reconduzcan la construcción. Las claves son estrictamente gnoseológicas, a saber: los principios de identidad que están presentes objetivamente en las figuras sintéticas de partida.
¿Cómo distinguir las ciencias naturales de las culturales? Mediante la oposición entre cierres flotantes y cierres fijos. Pero la diferencia entre ambos grupos de disciplinas se dibuja mejor en términos de las metodologías respectivas que en la práctica se llevan a cabo dentro de cada grupo. El criterio epistemológico que distingue las ciencias de la naturaleza de las ciencias de la cultura es correcto, porque en las primeras las operaciones del sujeto gnoseológico deben ser eliminadas, mientras que en las segundas, tal eliminación resulta a la postre meramente intencional. Las ciencias culturales se caracterizan por lo que llamamos el dialelo antropológico. Con todo, el criterio gnoseológico de más fina textura viene dado por el hecho de que en todas las ciencias humanas aparecen dos tipos de metodologías que tratan de reducirse una a la otra, pero nunca lo consiguen. Y ello porque su campo se alimenta en gran parte de esa distinción entre metodologías Alfa-operatorias y Beta-operatorias.
Las metodologías Beta-operatorias son todos aquellos procedimientos por medio de los cuales se elabora científicamente un campo a la misma escala de los componentes formales del sujeto gnoseológico que los utiliza y metodologías Alfa-operatorias son aquellas en las que las operaciones y demás componentes del sujeto gnoseológico han desaparecido factorizados en componentes objetivos. Las ciencias naturales usan casi exclusivamente metodologías Alfa-operatorias, mientras que las llamadas ciencias culturales están siempre fracturadas internamente entre los partidarios de una u otra metodología.

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